Mujer de Acción

El perfume

 

¡Olvidé mi perfume, no voy a oler a nada!

 

Recuerdo pensar esto en el avión y posteriormente en el auto rumbo al hotel, ¡ni hablar!

 

Me invitaron a compartir mis experiencias con un grupo de empresarias en su congreso anual AMEXME en Aguascalientes, exactamente el día 18 de mayo, un día que nunca olvidaré.  Les cuento el motivo y si son mujeres definitivamente tienen que leer esto.

 

Tarde casi para anochecer, después de llegar con retraso al hotel, salí corriendo a tomar un autobús que iba hacia un viñedo para una de las actividades del congreso y mientras corría volví a recordar mi perfume olvidado.

 

No abandonaba aún este pensamiento mi mente, cuando al subir al autobús me da una brisa de aroma delicioso, ¡Era perfume, perfume de un autobús lleno de mujeres!

 

Todas iban perfumadas menos yo.  Recuerdo sonreír para mí y pensar, bueno que más da ya que haya olvidado mi perfume, me impregno con el destello de ellas que inunda el aire.

 

Como fui la última en subir, tuve que ir al último asiento y esto hizo que pudiera ver todo lo que sucedía en ese autobús.  El perfume comenzó a tomar sentido.

 

 

Mujeres felices, platicando, riendo, me gusta ver mujeres felices; así que me fui allí discreta, observándolas y disfrutando su algarabía.

Cuando bajo del autobús encuentro a Eneida, nos saludamos y tomamos una foto juntas. Caminamos hacia la entrada y en cuanto entro; ¡Wow! Algo que nunca había visto, la algarabía en su máxima intensidad.  Muchas mujeres felices, algunas platicando, otras cantando y bailando.

 

Recuerdo sentir un escalofrío y justo en este momento vuelvo a sentir otro al recordar ese momento.  Me di cuenta de que se sentía una energía muy linda, era como si el viento que hacía esa noche me trajera la vibración de su algarabía hasta mi lugar.

 

Por mi trabajo veo más hombres que mujeres, así que ver a tantas mujeres juntas si es algo raro para mi.  Disfrutaba mucho al verlas, Luego de un momento me di cuenta de que esa energía tan linda que se sentía era porque eran mujeres que no estaban compitiendo, estaban allí entre pares, entre cómplices podría decirse.  Sin duda eran mujeres empoderadas, porque cuando una mujer esta empoderada no necesita competir y ese poder era lo que yo sentí al verlas.

 

El perfume seguía tomando forma en mi mente.

 

Al día siguiente cuando llegué y estaba por subir al escenario recuerdo estar tranquila, normal y tener mucho calor porque el aire acondicionado no era suficiente.  Subo al escenario y al quedar frente a ellas, ¡PUM!, otra oleada, otro escalofrío, pero no eran como los de la noche anterior.  Esta vez la oleada fue verme descubierta por ellas, por sus ojos penetrantes. Este escalofrío no era de emoción, era de nervios. Sentí que mis manos temblaban, que mi voz era débil, tímida, era todo menos yo en ese momento.

 

Tenía tanto tiempo sin sentirme nerviosa que tardé unos minutos en identificar el motivo. Y allí mientras comenzaba mi conferencia en un segundo plano tenía una conversación conmigo.

 

Mientras me calmaba a mi misma, y al revivir la sensación de nervios, de miedo incluso, y de darme cuenta de que se supone que era ilógico porque yo estoy mucho frente a personas y eso ya no me sucede y además estoy en control de mi, bla, bla, bla.  Mientras parloteaba conmigo misma caí en cuenta que mi lapsus se debía a la fuerza de su poder.  Estas mujeres empoderadas me habían hecho sentir una niñita otra vez.

 

Eso me gustó y así poco a poco empecé a cambiar mi estado por uno de emoción. El perfume cobró forma.

 

Volví a sentir una fragancia intensa y dulce, incluso podía sentirla escabullirse en mi boca mientras hablaba.

 

Entonces pude hilar los momentos y todo tomó sentido.

Recordando esa vieja película llamada El Perfume que narra la historia del joven Jean Baptista Grenouille, quien desde su nacimiento hasta su muerte y de su obsesión enfermiza con el mundo de los olores lo llevan a su incansable meta: crear un perfume con una fragancia única. La Francia del siglo XVIII.

Coincidí con el personaje Grenouille, estaba descubriendo lo mismo, la distinción de la fragancia que emanaba un perfume único.

La fragancia que emanaba en el aire en ese momento, la que sentí en el autobús y la brisa del evento, no eran provenientes de los perfumes de diseñador, no.  Eran ellas, todas ellas, empoderadas, extraordinarias.

Ahora lo sé.

El mejor perfume de una mujer es ese que emana cuando está empoderada. Un perfume que huele, que se siente y que se ve. Un perfume que eriza la piel, un perfume que deja huella para siempre.

 

Me sentí feliz y privilegiada de estar frente a ellas.  Me invitaron a compartir mis experiencias y me han dado un regalo extraordinario. No dejo de sonreír cada que las recuerdo.

 

Mujeres AMEXME quise escribirles mi experiencia porque merecen saber lo imponentes que son, lo extraordinarias que se ven juntas, y la fuerza que me han obsequiado.

 

Gracias a ustedes hoy tengo más claro que nunca que debo seguir construyéndome para el perfume de mi poder personal sea cada día mejor.

 

Y a ustedes les recuerdo lo que les dije ese día;  hablando de mujeres cuando una da un paso todas avanzamos.

 

Las abrazo con el alma.

 

 

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